Me llamo Mónica pero mis amigas me llaman “la disfrutona” porque dicen que exprimo la vida al máximo. Adoro tener planes y la vida social en general. Siempre tengo la agenda a reventar de ideas, lo de quedarme en casa no va conmigo porque además, me aburro muy rápido. Menos mal que Javi, mi chico, ve la vida como yo. Llevamos juntos un par de años y no hay mejor compañero de vida que él: siempre está dispuesto a vivir aventuras sin perder la sonrisa.
A los dos nos encanta viajar, cuanto más lejos de casa, mejor. Pero hay viajes que prefiero vivirlos con las tres locas que tengo como mejores amigas. No podemos ser más diferentes pero lo que nos reímos con nuestras historias no tiene precio. A veces, nos venimos arriba y hacemos cosas como apuntarnos a salsa. ¡Lo que me costó coordinar manos con pies! Pero ahora soy la mejor de todas (está feo que yo lo diga pero… es así). Creo que se involucraron tanto en la actividad para animarme. Hubo un momento en mi vida en el que la ansiedad y las circunstancias me trajeron unos cuantos kilos de más. Lo pasé fatal y ahí surgió la idea de bailar. Aún me queda peso por bajar, pero es diferente: confío más en mi misma y sé que lo conseguiré. ¡Quién me iba a decir que el baile me ayudaría a quererme un poquito más!
Lo primero que dice alguien cuando me conoce es que soy muy mona. Pero también hay quien me ha soltado perlas como “si estuvieras más delgada…” o “¿no crees que ya has comido suficiente?”. La verdad es que no me importa mucho lo que diga la gente, después de varios años haciendo introspección, sé bien cómo soy. Pero no deja de ser plato de mal gusto. Si tuviera que definirme con una sola frase diría que soy una chica “con curvas”. Tengo donde agarrar y no me avergüenzo de ello, aunque siempre hay zonas que me gustaría afinar, claro.
Me encanta arreglarme, jugar con el maquillaje e ir alternando. Me puedo pasar horas en YouTube, viendo tutoriales sobre cómo hacer el perfecto ahumado o cómo perfilar el labio con la propia barra de labios (que, ojo, no es nada fácil). Creo que cada mañana puedes salir de casa siendo un tipo de mujer diferente dependiendo del estilismo que escojas y de cómo te maquilles. Las rebajas son mi perdición: me falta fuerza de voluntad para no entrar en una tienda en busca de gangas. Llevo la manicura y la pedicura siempre hechas con esmalte semipermanente. Nunca me verás sin las uñas pintadas, alguna vez lo he intentado pero… no me gusta mucho como me queda mi mano sin color. Y lo que tengo con mi pelo es una auténtica obsesión. Tengo de todo: rizador, diferentes tipos de planchas, peines de todos los tamaños, productos de toda clase. Mi madre dice que soy muy coqueta y no le quito razón, pero a mí lo que me gusta es verme bien. Creo que un día malo puede no ser tan malo si te tratas con cariño desde primera hora de la mañana.
Trabajo como contable de una empresa en plena expansión y los cierres siempre me traen un pico de trabajo que solo sé gestionar con la comida. Es así: la dichosa ansiedad paliada por el picoteo. Siempre me ha costado mucho bajar de peso (mi constitución de chica fuerte tampoco ayuda) así que he optado por seguir el método dietline de Siken. Estoy motivada y las chicas se encargan de que no pierda el foco: aprender a comer y a cuidarme. Aún estoy debatiéndome si apuntarme al gimnasio con Sofía. Dice que ella me ayudaría a coger fuerza y resistencia, pero no estoy muy segura porque ella es muy fit y no quiero molestarla demasiado… Creo que terminaré haciéndolo, he visto que en su gimnasio hay clases de zumba y pilates que es lo que más me convence. ¡Si lo hago prometo contártelo todo en el grupo de Facebook! Llámame loca pero quizá me motive y termine en la sala de pesas levantando 30 kilos de peso en cada mano ¡Que el año da para mucho!