Al nacer, todos tenemos un cuerpo flexible. Fíjate con qué facilidad los bebés logran llevarse los pies a la boca, por ejemplo. Con los años, la inmensa mayoría de las personas perdemos esta capacidad y agilidad. Las causas se pueden atribuir a los límites de una vida sedentaria y al envejecimiento celular que quita tono a los músculos y a los tendones y hasta bloquea nuestras articulaciones. La práctica de actividad física en temprana edad puede atenuar la pérdida de flexibilidad y gracias a disciplinas como el Hatha yoga es posible mejorar la elasticidad física en cualquier momento de la vida.
[hs_form id=»24″]
El Hatha yoga representa una de las 5 ramas principales del yoga, junto con el Bhakti yoga, el Jnana yoga, el Kharma yoga y el Raya yoga. Hatha es el yoga físico de las posturas, el prana (respiración) y la meditación.
Si has practicado unas clases de yoga alguna vez, es posible que haya sido de Hatha, puesto que es uno de los estilos más difundidos actualmente. Una sesión de Hatha yoga prevé una serie de asanas (posturas) que trabajan la resistencia y la flexibilidad física, además de la concentración y el equilibrio.
Si te acercas al yoga por primera vez y ver las posturas de yoguis y yoguinis super flexibles te asusta, ¡no te preocupes! Para empezar con esta disciplina no se requiere preparación previa. La práctica, la constancia y la escucha del propio cuerpo son los únicos ingredientes que se necesitan para empezar y profundizar en el entrenamiento.
Esta antigua disciplina oriental, de hecho, es muy indicada para las personas que necesitan bajar los niveles de estrés y todas las consecuencias que este conlleva: desordenes mentales y molestias físicas.
Para aprovechar todos los beneficios de la práctica es aconsejable que realices las sesiones siguiendo la guía de un/a instructor/a especializado/a. Pero también puedes hacer pequeñas series en casa, empezando con ejercicios para principiantes.
Aquí te traemos algunas asanas para mejorar tu flexibilidad con el Hatha yoga:
Postura de la montaña (Tadasana): ponte de pie, con los pies unidos, las piernas estiradas la columna recta. Haz una rotación hacia atrás con los hombros y estira los brazos a lo largo del cuerpo y los dedos de las manos con las palmas hacia adelante. Mantén los músculos bien tensos, cierra los ojos y respira. Relaja y mantén la postura unos minutos.
Postura hacia adelante (Uttanasana): Desde la postura de la montaña levanta los brazos estirados hacia arriba. Luego empieza a bajar brazos y cabeza, manteniendo el tronco bien estirado. Cabeza y brazos están alineados con el tronco, las rodillas ligeramente flexionadas. Si puedes, toca el suelo con las manos si no apoya las manos en las piernas o los tobillo y relaja cuello y cabeza. Respira profunda y lentamente y mantén un minuto. Luego vuelve a subir vertebra por vertebra, desde el sacro hacia las cervicales.
Postura del árbol (Vrkasana): Empieza de pie, respira y fija un punto adelante. En la siguiente inhalación levanta la rodilla derecha y agarrala con las manos llevándola hacia el pecho. Céntrate y mantén el equilibrio. Ahora abre la rodilla hacia la derecha y coloca la planta del pie derecho en la parte interna de la pierna izquierda, por debajo de la ingle o a la altura de la rodilla. Dónde sea más cómodo. Si puedes, levanta los brazos por encima de la cabeza y mantén la posición respirando y centrada. Después de un minutos, baja la pierna con calma y repite en el otro lado.
Cada día es un buen día para empezar y seguir con tu práctica de Hatha yoga. Si visualizas el objetivo de tener un cuerpo más ligero y flexible y eres constante, poco a poco vivirás grandes beneficios en primera persona.
[hs_form id=»14″]